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martes, 20 de septiembre de 2016

OSHO : Doma a la mente y, en ocasiones, salte de ella







Doma a la mente y, en ocasiones, salte de ella


La mente es sencillamente una biocomputadora. Cuando un niño nace no tiene mente; no hay parloteo dentro de él. Toma casi tres o cuatro años a su mecanismo empezar a funcionar. Podemos ver que las niñas empiezan a hablar más pronto que los niños. ¡Son máquinas parlantes más grandes! Tienen una biocomputadora de mejor calidad.

La biocomputadora necesita que se les alimente con información; es por ello que si tratas de recordar tu vida llegarás hasta un punto alrededor de los cuatro años si eres hombre y a los tres si eres mujer. Más atrás está en blanco.

Tú estás ahí; deben haber sucedido muchas cosas, deben haber ocurrido muchos incidentes, pero parece que no se hubiera guardado información y entonces no te puedes acordar, puedes recordar hasta la edad de cuatro o tres con mucha claridad.

La mente recolecta información de los padres, de la escuela, de otros niños, de vecinos, parientes, la sociedad, la iglesia… por todos lados hay fuentes.

has visto que los niños pequeños, cuando empiezan a hablar, repiten la misma palabra muchas veces. Un nuevo mecanismo ha empezado a funcionar en ellos, ¡qué alegría!

Cuando forman oraciones lo hacen con gran alegría una y otra vez.

Cuando comienzan a hacer preguntas, preguntan acerca de cualquier cosa. Noestán interesados en tus respuestas, ¡recuérdalo! Observa a un niño cuando hace una pregunta; no está interesado en la respuesta, así que por favor no le des una
respuesta larga de la enciclopedia Británica. El niño no está interesado en tu respuesta; simplemente está disfrutando del hecho de poder preguntar. Una nueva facultad ha empezado a existir en él. Y es así como empieza a recolectar información. Después empezará a leer y aprenderá más palabras. En esta sociedad el silencio no cuenta; cuentan las palabras, y cuando mejor sepas hablar más caso te harán los demás. ¿Qué son sus líderes, sus políticos? ¿Qué son sus profesores? ¿Qué son sus sacerdotes, teólogos, filósofos, reducidos a una sola cosa? Son gente que sabe hablar muy bien. Saben utilizar las palabras de manera significativa y consistente, de manera que pueden impresionar a la gente.

Raramente se considera que nuestra sociedad esté dominada por completo por gente que sabe hablar bien. Quizá no sepan nada, tal vez no sean sabios, ni siquiera inteligentes, pero hay algo cierto: saben jugar con las palabras. Es un juego y lo han aprendido, y remunera mucho en respetabilidad, en dinero, en poder, en todos los sentidos. Entonces todo el mundo trata de jugarlo y la mente se llena con muchas palabras, muchos pensamientos.

Uno puede prender o apagar su computadora, pero no puede apagar la mente. No hay botón. No hay ninguna referencia de que cuando Dios hizo el mundo, cuando hizo al hombre, haya hecho un botón para poder encender y apagar la mente. No existe tal botón, así que ésta continúa desde el nacimiento hasta la muerte.

Es sorprendente que la gente que enciende su computadora y la que enciende el cerebro humano tenga una idea tan extraña al respecto.

Si sacamos al cerebro del cráneo y lo mantenemos vivo mecánicamente, seguirá parloteando de la misma manera. No le importa que ya no esté conectado a la pobre persona que sufría por su causa; sigue soñando. Aunque esté conectado a máquinas sigue soñando; sigue imaginando, sigue temiendo, sigue proyectando, esperando, tratando de ser esto o aquello, y no se da cuenta en absoluto de que no puede hacer nada: la persona a la que estaba conectado ya no existe. Puede mantenerse a este cerebro vivo durante miles de años conectado a artefactos y seguirá parloteando, reparando sobre las mismas cosas, porque no le hemos enseñado nuevas. En cuanto le enseñemos cosas nuevas, las repetirá.

En círculos científicos se cree que es un gran desperdicio que cuando un hombre como Albert Einstein muere, su cerebro también muera con él. Si pudiéramos salvar al cerebro, implantarlo en el cuerpo de otra persona, entonces seguiría funcionando. No importa si Albert Einstein está vivo o no; el cerebro seguirá pensando en la teoría de la relatividad, en estrellas y en teorías. De acuerdo con esta idea, así como la gente dona sangre u ojos antes de morir, podía donar también sus cerebros, de manera que puedan ser conservados. Si se cree que son cerebros especiales, muy calificados, y que es un claro desperdicio dejarlos morir, entonces deberían ser trasplantados. Así, cualquier idiota puede ser convertido en Einstein y nunca lo sabrá, pues dentro del cráneo de un hombre no hay sensibilidad; puede cambiar cualquier cosa y la persona nunca lo sabrá. Solo hace falta que la persona esté inconsciente para cambiar lo que queramos en su cerebro, (incluso el cerebro

completo), y se levantará con el nuevo cerebro, con el nuevo parloteo, y ni siquiera sospechará lo que ha sucedido.

Ese parloteo del que hablo es nuestra educación y básicamente está mal orientada porque sólo nos enseñan la mitad del proceso: cómo utilizar la mente.

No nos enseña cómo detenerla para que pueda relajarse, pues incluso cuando estamos dormidos continúa trabajando. No conoce el sueño. A lo largo de toda nuestra vida, setenta, ochenta años, trabaja continuamente. No obstante,, es posible ponerle un botón a la mente y apagarla cuando no la necesita: esto es lo que llamamos meditación. Te ayudará de dos maneras: te dará una paz y un silencio antes desconocidos, y te permitirá un conocimiento de ti mismo que no es posible ahora a causa del parloteo de tu mente, el cual siempre te ha mantenido ocupado.

Por otra parte, también le da descanso a la mente, y gracias a ello ésta será más eficiente e inteligente. Te verás beneficiado por ambos lados: por el lado de la mente y por el lado de tu ser. Sólo tienes que aprender cómo detener la mente y hacer que deje de funcionar, aprender a decirle: “Es suficiente. Ahora vete a dormir. No te preocupes, yo estoy despierto”.

Si usas la mente sólo cuando sea necesario estará fresca, joven, llena de jugo y energía. Entonces lo que digas no será sólo palabrería, sino que estará pleno de vida, de autoridad, verdad y sinceridad y tendrá un significado contundente. Puedes usar las mismas palabras, pero la mente habrá reunido tanto poder al descansar que cada palabra que uses estará encendida y llena depoder.

Lo que conocemos como carisma es simplemente una mente que sabe cómo relajarse y permitir que la energía se reúna. Entonces, cuando la persona habla es poesía, es el evangelio, y no necesita proporcionar ninguna evidencia ni seguir ninguna lógica; su sola energía es suficiente para influir sobre las personas. La gente siempre ha sabido que hay “algo”, aunque nunca han sido capaces de señalar exactamente qué es aquello que ha llamado carisma. Hablo sobre lo que es el carisma porque lo sé a partir de mi propia experiencia. Una mente que está trabajando día y noche está destinada a volverse débil, tonta, incapaz de impresionar, lenta en cierta forma. Cuando mucho es utilitarista. De esta manera millones de personas que podrían haber sido carismáticas permanecen pobres, sin causar impresión alguna, sin ninguna autoridad ni poder.

Si es posible, (de hecho lo es), poner a la mente en silencio y sólo utilizarla cuando se necesita, cobra una fuerza impresionante. Ha reunido tanta energía que cada palabra pronunciada llega directamente al corazón.

La gente cree que las mentes de las personas carismáticas son hipnóticas, pero no es así. En realidad son tan poderosas, tan frescas: para ellas siempre es primavera. Eso es para la mente. En cambio, para el ser el silencio abre un universo nuevo de eternidad, de inmortalidad, de todo lo que pueda pensarse como una bendición. Por ello mi insistencia en que la meditación es la religión esencial, la única religión. No se necesita nada más. Todo lo demás es ritual sin esencia.

La meditación es justamente la esencia, la esencia verdadera. No se le puede quitar nada. Además, nos da ambos mundos. Nos da el otro mundo, (el de la divinidad), y nos da este mundo también. Entonces uno no es pobre. Uno tiene una riqueza, pero no es material. Hay muchas formas de riqueza y el hombre que es rico porque tiene dinero es el más bajo en cuanto a categoría de riqueza.

Déjenme decirlo así: el hombre con dinero es el más pobre de los ricos. Visto del lado de los pobres, es el más rico de los pobres. Visto del lado de un artista creativo, de un bailarín, de un músico, de un científico, es el más pobre de los ricos, y en lo que se refiere al mundo del último despertar, ni siquiera puede llamársele rico.

La meditación nos vuelve ricos en un sentido absoluto al darnos el mundo de nuestro ser más interno. También nos vuelve ricos en un sentido relativo porque libera nuestros poderes mentales en los talentos que tenemos. Mi propia experiencia me dice que todo el mundo nace con cierto talento, y a menos que lo experimente en su totalidad, algo le faltará. Empezará a sentir que de alguna manera hay algo que no está en su lugar.

Dale descanso a la mente, ¡lo necesita! Y es tan sencillo: sólo vuélvete su testigo. Te dará ambas cosas. Lenta, lentamente la mente empieza a aprender a estar en silencio. Una vez que sabe que permaneciendo en silencio se vuelve poderosa, sus palabras no son sólo palabras: tienen una validez, una riqueza y una calidad que nunca antes tuvieron, tanto que viajan directamente, como flechas; traspasan las barreras lógicas y llegan al corazón mismo.
Entonces la mente es un buen sirviente de inmenso poder en manos del silencio. El ser el maestro, y el maestro puede usar a la mente cuando sea necesaria y puede apagarla cuando no lo sea.
Disfruta la mente.
No trates de detener a la mente. Es una parte natural de ti; enloquecerás si tratas de detenerla. Sería como un árbol tratando de impedir que le crecieran hojas; las hojas son naturales para él.

Entonces, el primer consejo: no trates de detener tu pensamiento; está perfectamente bien.

El segundo consejo: el solo hecho de no detenerla no es suficiente; hay que disfrutarla. ¡Juega con ella! Es hermoso. Jugando con ella, disfrutándola, dándole la bienvenida, comenzarás a estar más alerta, más al tanto de ella. Esta toma de consciencia llegará de una manera muy indirecta; no será un esfuerzo llegará de una manera muy indirecta; no será un esfuerzo por tomar consciencia.

Cuando tratas de tomar consciencia, la mente te distrae y te molesta con ella. Sientes que es una mente que se la pasa parloteando constantemente, quieres estar en silencio y no te lo permite, así que comienzas a sentir a la mente como un enemigo.

Eso no es positivo; es dividirte en dos. Entonces tú y la mente se vuelven dos y surge el conflicto y las fricciones. Y toda fricción es suicida porque es perder energía sin necesidad. No tenemos tanta energía como para desperdiciarla en pelear contra nosotros mismos. Esa energía debe usarse para la alegría. Por ello, comienza a disfrutar el proceso del pensamiento. Sólo observa los matices de los pensamientos, los giros que toman, cómo una cosa lleva a la otra, cómo se enganchan unos con otros. ¡Es un verdadero milagro que observar!

Un pequeño pensamiento puede llevarte al final más alejado, y si observas no verás ninguna relación entre uno y otro.

Disfrútala, deja que se convierta en un juego; juégalo deliberadamente te sorprenderás: a veces sólo disfrutándolo encontrarás pautas hermosas. De repente encontrarás que un perro está ladrando y no está surgiendo nada en tu mente, no origina ninguna cadena de pensamientos. El perro sigue ladrando y ti sigues escuchando y no surge pensamiento. Surgirán pequeñas discontinuidades… pero no tendrán futuro. Llegan por sí solas y cuando vienen son hermosas. Y justo en esos pequeños huecos empezarás a observar al observador, pero eso será natural. Nuevamente empezarán los pensamientos y los disfrutarás. Hazlo con tranquilidad, tómalo con calma. La consciencia llegará a ti pero llegará indirectamente.

Observar, disfrutar, dejar a los pensamientos jugar su papel, es tan hermoso como ver al mar con sus millones de olas. La mente también es un mar y los pensamientos son olas. No obstante, la gente va y disfruta de las olas del océano y no disfruta de las olas de su consciencia. Transforma la mente . Siempre que quieras cambiar un patrón de la mente que se ha convertido en un hábito duradero, la respiración es lo mejor. Todos los hábitos mentales están asociados con el patrón de respiración. Cambia el patrón de respiración y la mente cambiará inmediatamente, instantáneamente. ¡Inténtalo!

Siempre que observes que esté surgiendo en ti un juicio y que estés cayendo en un viejo hábito, exhala inmediatamente, como si estuvieras tirando el juicio con la exhalación. Exhala profundamente, jalando el estómago y, conforme sacas el aire, siente o visualiza cómo todo el juicio está siendo expelido. Después inhala profundamente dos o tres veces.

Simplemente ve qué pasa. Sentirás una frescura completa; el viejo hábito no habrá logrado tomar posesión.

Comienza con la exhalación, no con la inhalación. Cuando quieras absorber algo, empieza con la inhalación; cuando quieras deshacerte de algo, comienza con la exhalación. Sólo mira la manera inmediata en que es afectada la mente. Inmediatamente verás que ésta se ha movido a otro lugar; ha llegado una nueva brisa. No te encuentras en la vieja rutina así que no repetirás el viejo hábito.

Esto sucede con todos los hábitos. Por ejemplo, si fumas y sientes la necesidad de fumar pero no quieres, inmediatamente exhala profundamente y expele la necesidad. Respira profundamente y verás que la necesidad ha desaparecido de manera inmediata. Esta puede convertirse en una herramienta sumamente importante para el cambio interno.



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